Oratio de hominis dignitate
No te he dado ni rostro, ni lugar alguno que sea propiamente tuyo, ni tampoco ningún don que te sea par-ticular.
, ¡oh Adán!, con el fin de que tu rostro, tu lugar y tus dones seas tú quien los desee, los conquiste y de ese modo los poseas por ti mismo.
La Naturaleza encierra a otras especies dentro de unas leyes por Mí establecidas.
Pero tú, a quien nada limita, por tu propio arbitrio, entre cuyas manos yo te he entregado, te defines a ti mismo.
Te coloqué en medio del mundo para que pudieras con-templar mejor lo que el mundo contiene.
No te he hecho ni celeste, ni terrestre, ni mortal, ni inmortal, a fin de que tú mismo, libremente, a la manera de un buen pintor o de un hábil escultor, remates tu propia forma.
Podrás, degenerar hacia las cosas inferiores que son los brutos.
Podrás, de acuerdo con la -decisión de tu voluntad- regenerarte hacia las cosas superiores que son divinas.
Giovanni Pico della Mirandola