“LA POTENCIA DEL DIOS DE LOS DIOSES y los misterios de su perfecta voluntad.”
Y fueron puestos por Dios y para Dios, para que en ellos se escriba la historia que todavía no había ocurrido, la misma que para nosotros ya pasó y todavía no ha pasado.Los libros del reino son registros de vidas, segundos a segundos, obras buenas escritas al instante, obras malas escritas inmediatamente. Pensamientos registrados con tinta eterna… Diseño del ser viviente correspondiente a: número de átomos, cantidad de células, cantidad de cabellos, fecha de inicio, fecha de fin. Todo está ahí. Escrito y escribiendose, antes que el futuro sea el pasado.
En la mente del Señor… El ADN de cada ser vivo, la composición atómica de cada molécula de cada millonésima parte de materia. El todo, es conocido por Él.
Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. (Isaías 55:8-9 RVR1960)
y dicta sentencia en medio de los dioses:
Sus almas van allí, sus cuerpos de la sustancia sin materia van allí, y sus cuerpos con materia van hacia el sepulcro, (esperando el fin del tercer día, para ser reatomizados y unidos a sus partes sin materia y así poder estar de pie ante el trono del juicio, antes del lanzamiento). Estos no inscriptos, recuerdan, estando en el infierno, el tiempo con materia, a sus conocidos y a sus familiares. Memorias que son tormento. Porque no olvidarán cuando rechazaron a Cristo, nunca lo olvidarán, y las llamas no lastimarán sus memorias, recordarán una y otra vez, aquel día de la decisión. Anhelarán que alguien suba y avise!
Un día el pobre murió, y los ángeles lo llevaron a sentarse a comer al lado de Abraham. El rico también murió, y fue enterrado.
23 »Y mientras el rico sufría en el lugar adonde van los muertos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro sentado a su lado. 24 Entonces gritó: “¡Padre Abraham, ten lástima de mí! Manda a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua y venga a refrescar mi lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25 Pero Abraham le contestó: “Hijo, acuérdate que en vida tú recibiste tu parte de bienes, y Lázaro su parte de males. Ahora él recibe consuelo aquí, y tú sufres. 26 Aparte de esto, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes; de modo que los que quieren pasar de aquí allá, no pueden, ni de allá tampoco pueden pasar aquí.”
27 »El rico dijo: “Te suplico entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28 donde tengo cinco hermanos, para que les llame la atención, y así no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29 Abraham dijo: “Ellos ya tienen lo escrito por Moisés y los profetas: ¡que les hagan caso!” 30 El rico contestó: “Padre Abraham, eso no basta; pero si un muerto resucita y se les aparece, ellos se convertirán.” 31 Pero Abraham le dijo: “Si no quieren hacer caso a Moisés y a los profetas, tampoco creerán aunque algún muerto resucite.”»
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Existen tres paraísos, pero primero sepamos del segundo infierno: el Abismo… Que también se llama: Sima. Y tiene que ver con pozo, y con el fondo de las aguas.
En él fueron echados los demonios, y de él saldrán los que han sido destinados a salir. (Para tormentos y para destrucción)
El abismo está en lo profundo, al lado del infierno de la llama..
Isaías 14:15.
a lo más hondo del abismo!
Y los demonios no quieren estar allí!
Un ángel gobierna este espantoso lugar: Abadón.
Éste lugar es una Sima:
El abismo será perforado. Y sus aguas provocarán la reacción con el fuego del infierno: Apocalipsis 9:1-2.
Es el mismo lugar en que Satanás será apresado.
Porque Satanás en el infierno es rey, pero en el abismo, será prisionero.
Y en el tercer infierno será atormentado. ¿Tercer infierno?
El infierno de materia eterna es para el Faraón de los males, llamas como olas de aguas agitadas, como mares movidos por huracanes… Fuego y azufre de temperaturas elevadas, fuego de dolores insoportables!Los primeros que llegarán a conocerlo, la Bestia y el falso profeta.
Y la desmaterialización del cielo (la expanción de Génesis) y la desatomización de la tierra… Será! Y Se llevará consigo el infierno de las partes bajas, y del abismo que se encuentra a los lados…
Apocalipsis 20:11
Aquí… La teoría “nada se pierde, todo se transforma” quedará totalmente quebrada por el poder de Dios.”todo lo que se transforma, Dios puede convertirlo en nada” cielo y tierra pasarán…
pero entre los hombres honrados hay buena voluntad.Se rien de la Gracia, y el infierno del centro de la tierra será el primer hogar-hoguera.¿Se olvidaron del Señor? Entonces… Que bajen al Seol (Salmos 9:17) Y antes de que vean el planeta nuevo con dimensiones desconocidas… En la segunda resurrección… Serán arrastrados al Lago de fuego para nunca jamás de los “jamáses”… dejen de sufrir y de llorar sin lágrimas con punzante dolor y agonía perpetua.Lee
Proverbios 15:24El camino de la vida va cuesta arriba,
y libra al sabio de bajar al sepulcro.
Job 28:5
La tierra, por encima, produce trigo,
y por debajo está revuelta como por fuego.
Efesios 4:8-10
Por eso, la Escritura dice:
«Subió al cielo llevando consigo a los cautivos,y dio dones a los hombres.»9 ¿Y qué quiere decir eso de que «subió»? Pues quiere decir que primero bajó a esta tierra. 10 Y el que bajó es el mismo que también subió a lo más alto del cielo, para llenarlo todo.
Génesis 49:25
¡gracias al Dios de tu padre, que te ayudará;
al Dios todopoderoso, que te bendecirá!
¡Con bendiciones del alto cielo!
¡Con las bendiciones del mar profundo!
¡Con bendiciones de los pechos y del vientre!
Esto lo hace Dios, el Creador, Dios de dioses, Tan Justo Como Tan Amoroso, Tan Galardonador como Castigador.
Digan los sacerdotes de Dios:
“Gracias Señor por revelarnos tu Potencia!”
Saludos José, Juan Carlos, y a cada uno que está en Cristo y cambia su vida por amor a Él.
Damio.
Reblogueó esto en tu angel humano informativo.
Y habiendo salido Jesús del templo, se retiraba. Y se llegaron a El sus discípulos, para mostrarle los edificios del templo. Mas El les respondió, diciendo: »
¿Veis todo esto?
En verdad os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada». (vv. 1-2)
Evangelio según san Mateo, 24:1-2
Orígenes, in Matthaeum, 27
Después que Jesucristo predijo todo lo que habría de venir sobre Jerusalén, se salió del templo el que le había conservado, para que no cayese mientras estaba El allí.
Por esto se dice: «Y habiendo salido Jesús del templo, se retiraba».
Y siendo cada uno como es templo de Dios por el Espíritu Santo que habita en él, cada uno es la causa de su deserción, y de que Jesucristo se salga de él.
Prosigue: «Y sus discípulos se le aproximaron», etc.
Era digno de verse cómo le explicaban la construcción del templo, como si nunca lo hubiera visto.
A lo que debe responderse que, habiendo profetizado Jesucristo la ruina del templo, sus discípulos se admiraron de que aquella magnífica construcción del templo hubiese de venir a parar en la nada.
Por esto le enseñaban el templo, para que tuviera compasión de aquel edificio, y no llevase a efecto lo que había dicho. Como esta construcción admirable de la naturaleza humana había sido convertida en templo de Dios, los discípulos y los demás santos, confesando que son admirables las obras de Dios comparadas con la humana debilidad, interceden delante del Señor para que no abandone al género humano por sus muchos pecados.
Prosigue: Mas El les respondió, diciendo:
«(Veis todo esto? pues en verdad os digo que no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada».
Rábano
Según nos demuestra la historia, en el año 42, después de la pasión de Jesucristo, la ciudad y el templo fueron destruidos por Vespasiano y por Tito, emperadores romanos.
Remigio
Se permitió, por disposición de Dios, que una vez publicada la ley de gracia, fuese destruido el templo y quedaran abolidas sus ceremonias; no fuera que alguno, siendo todavía pequeñuelo en la fe, cuando viera, que después que se había realizado todo aquello que Dios había establecido, y que los profetas habían santificado subsistía aun, retrocediese poco a poco de la verdadera fe, volviendo al judaísmo material.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75,1
¿Pero cómo fue verdad que no quedó piedra sobre piedra? O dijo esto refiriéndose a una destrucción absoluta, o refiriéndose a aquel lugar donde se encontraba, pues hay partes que fueron destruidas hasta los cimientos. Pero sea esto o aquello, por lo acontecido conviene creer que también lo que queda será destruido completamente.
San Jerónimo
Hablando en sentido espiritual, cuando se apartó el Señor del templo, todos los edificios de la ley y la organización de los mandamientos fueron destruidos de tal modo, que los judíos ya nada pudieron cumplir.
Y una vez quitada la cabeza todos los miembros luchan entre sí.
Orígenes, in Matthaeum, 27
También, todo hombre que recibiendo la palabra de Dios se convierte en templo suyo, si después del pecado conserva vestigios de fe o de religión, es templo en parte destruido y en parte subsistente. Mas aquél que después de haber pecado no se cuida de sí, es destruido poco a poco, hasta que se separa en absoluto del Dios vivo y así no queda piedra sobre piedra de los mandamientos de Dios, que no sea destruida.
Evangelio según san Mateo, 24:1-2
Catena Aurea
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Y estando sentado El en el monte del Olivar, se llegaron a El sus discípulos en secreto, y le dijeron: «Dinos,
¿cuándo serán estas cosas y qué señal habrá de tu venida y de la consumación del siglo?»
Y respondiendo Jesús, les dijo: «Guardaos que no os engañe alguno; porque vendrán muchos en mi nombre, y dirán: yo soy el Cristo, y a muchos engañarán». (vv. 3-5)
Evangelio según san Mateo, 24:3-5
Orígenes, in Matthaeum, 27
Son muchos los seducidos, porque la puerta que conduce a la perdición es ancha, y son muchos los que entran por ella.
Y esto solo es bastante para conocer la falsedad de los anticristos que dicen:
«Yo soy el Cristo», lo que nunca se lee que haya dicho el Salvador.
Eran suficientes para creer que El fuese el Cristo, las obras de Dios, la doctrina que enseñaba y su propia virtud.
Toda palabra que explica las Sagradas Escrituras para que se crea en ellas, pero que no dice verdad, debe considerarse como el Anticristo.
Jesucristo es la verdad, y toda verdad fingida, es el Anticristo.
Sabemos además que todas las virtudes son Cristo y todas las falsas virtudes el Anticristo porque el diablo tiene en la apariencia para seducir a los santos todas las clases de bienes, que posee Cristo en la verdad para edificar a los hombres, por lo tanto, necesitamos el auxiliio de Dios, para que nadie nos engañe, ni predicación, ni virtud alguna. Es malo, pues, encontrar a alguno que se equivoca en su conducta, pero aun es peor no pensar según la regla segurísima de las Sagradas Escrituras.
Evangelio según san Mateo, 24:3-5
Catena Aurea
11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los animales, y de los ancianos; y la multitud de ellos era millones y millones, que decían a alta voz: El Cordero que fue muerto es digno de tomar potencia, y riquezas, y sabiduría, y fortaleza, y honra, y gloria, y bendición. Y oí a toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y que está sobre el mar, y todas las cosas que están en él, diciendo: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea alabanza, honra, y gloria, y potencia, para siempre jamás. Y los cuatro animales decían: Amén. Y los veinticuatro ancianos cayeron sobre sus rostros , y adoraron al que vive para siempre jamás. Amén Apocalipsis 5 : 11, 14,
El Señor fue visto en Galilea por sus discípulos cuando ya había pasado de la muerte a la vida, de la corrupción a la inmortalidad. Galilea quiere decir migración. ¡Felices las mujeres, que merecieron anunciar al mundo el triunfo de la resurrección! Y más felices las almas que en el día del juicio (mientras los réprobos se aterran) merezcan entrar en el goce de la bienaventurada resurrección. Beda,
También el ángel, con su blanco vestido, representa la gloria del que triunfa. San Jerónimo San Mateo, 28:1-7YAHUAH is Love !I came for you , YAHUSHA. 10-4-2015. Gracias,
San Bernardo, En su homilía reprocha por el crimen de Deicidio.
Ha vencido el León de Judá.
La sabiduría es más fuerte que el mal.
Alcanza con vigor de extremo a extremo y gobierna suavemente el universo. Actúa con energía en mi favor y me trata siempre con blandura.
Soportó en la Cruz las injurias de los judíos, encadenó en su palacio al hombre fuerte y bien armado, y redujo a la impotencia al que imperaba sobre la muerte. Judío, ¿qué fue de tu arrogancia? Zabulón, ¿dónde tienes el botín?
Muerte, ¿dónde está tu victoria? El impostor está avergonzado, y el saqueador desvalijado.
Apareció un nuevo poder. La muerte, siempre victoriosa, está pasmada.
¿Qué dices ahora, judío, tú que ayer levantabas airoso tu cabeza ante la Cruz?
¿Por qué lanzas tus dardos a Cristo, que es la verdadera cabeza del hombre? Cristo, dices, Rey de Israel, baja de la Cruz. Lengua envenenada, palabras infames, lenguaje perverso.
¿No decías hace un momento, Caifás, que antes que perezca la nación entera conviene que muera uno por el pueblo?
Como proferías una verdad, no hablabas por ti mismo, ni sabías lo que decías. Si es el Rey de Israel, que baje de la Cruz.
Así opinas tú y el eterno mentiroso.
El rey nunca debe descender, sino ascender.
¿No recuerdas, vieja serpiente, la humillación que recibiste al decir: tírate abajo, o te daré todo eso si te postras y me rindes homenaje?
¿Cómo olvidas tú, judío, eso que tantas veces has oído, que el Señor reinó desde el madero, y te mofas de ese rey porque aguanta en el madero?
Pero es posible que no lo hayas oído, porque este mensaje no es para los judíos, sino para los gentiles:
Decid a los pueblos que el Señor triunfó desde un madero.
¿No decías hace un momento, Caifás, que antes que perezca la nación entera conviene que muera uno por el pueblo?.
El gobernador pagano acertó al poner sobre el madero el título de rey; y el judío, aunque lo intentó, no pudo deformar la inscripción, ni impedir la pasión del Señor y nuestra redención. Si es rey de Israel que baje, gritan aquéllos.
No, precisamente porque es rey de Israel, no abandona su título real ni olvida su cetro.
Lleva al hombro el principado, cantó hace tiempo Isaías. Los judíos insisten a Pilato: no dejes escrito el rey de los judíos; pon: éste dijo que era rey de los judíos.
Pero Pilato contesta: lo escrito, escrito queda.
Si Pilato mantiene su palabra escrita, ¿no va a coronar Cristo lo que comenzó? lo decidió y nos salvará.
Ellos siguen diciendo: ha salvado a otros y él no se puede salvar. Pero si descendiera de la cruz no salvaría a nadie.
Si el que quiere salvarse debe perseverar hasta el fin, con mayor motivo quien desea ser el Salvador.
Por eso salva a los demás, porque él mismo es la salvación y no necesita salvarse a sí mismo.
Está realizando nuestra salvación, y no quiere dejar incompleto el sacrificio vespertino de la víctima propiciatoria.
Intuye tus pensamientos. No esperes que te brinde la menor ocasión de arrebatarnos la perseverancia y con ella la corona.
No apagará la lengua que predica, ni la que consuela a los débiles, o dice al oído de cada uno: no te retires.
Y no se atreverían a pedir esto si pudiéramos responderles que Cristo abandonó su puesto.
El corazón del hombre se pervierte desde la juventud. Has fracasado ajustando saetas a la cuerda, y aumentando la ansiedad de los discípulos con los insultos de los judíos.
Aquéllos pierden la esperanza, y éstos insultan alevosos, pero a Cristo no le afecta ni lo uno ni lo otro.
Ya le llegará el momento de alentar a los suyos y humillar a los enemigos.
Mientras tanto derrocha paciencia, manifiesta humildad, practica la obediencia y llega a la cumbre del amor.
Estas son las cuatro piedras preciosas que engalanan los cuatro extremos de la cruz:
en o más alto el amor,
la obediencia a la derecha,
la paciencia a la izquierda,
y en el suelo la humildad, fundamento de las virtudes.
Mira las riquezas que aportó la pasión del Señor al triunfo de la cruz: humildad frente a las blasfemias de los judíos y paciencia en los tormentos; interiormente le torturaban las lenguas, y por fuera los clavos.
Pero su amor era tan inmenso que dio la vida por sus amigos, y en un gesto sublime de obediencia, reclina la cabeza, entregó el espíritu, obedeciendo hasta la muerte.
Estas riquezas y esta gloria quería arrebatar a la Iglesia de Cristo el que gritaba: si es rey de Israel que baje de la cruz.
Quería suprimir el modelo de obediencia, el estímulo del amor, y hasta el más mínimo ejemplo de paciencia y humildad.
Y aquellas tiernas palabras del Evangelio, más dulces que el panal de miel: no hay amor más grande que dar la vida por los amigos.
Y aquellas otras que dirige al Padre:
He llevado a cabo la obra que me encargaste.
O las que confía a los discípulos: aprended de mí que soy manso y humilde de corazón.
Cuando me levanten de la tierra atraeré a todos hacia mí.
La envenenada y astuta serpiente no soporta esa otra serpiente de bronce colocada sobre el estandarte, que cura las heridas de quienes la miran.
Por eso instiga a la mujer de Pilato diga a su marido: deja en paz a ese inocente, que esta noche he sufrido mucho en sueños por causa suya.
Ya tenía miedo entonces. Pero mucho más ahora. El enemigo se siente impotente ante el poderío de la cruz, y quiere volverse atrás cuando ya no hay remedio: a los que antes incitó a crucificar, ahora quiere le convenzan que baje de la cruz. Y dicen: si es rey de Israel, que baje de la cruz y le creeremos.
¿Es posible una astucia más serpentina y un artificio más perverso?
El Salvador había dicho: sólo me han enviado para las ovejas descarriadas de Israel, y todos sabían con qué ardor se había entregado a salvar a su pueblo.
Por eso ahora el malvado quiere enmascarar las lenguas blasfemas y que digan: que baje y le creeremos. Como queriendo decir: ya no existe ningún impedimento para que baje, porque lo único que desea es que creamos en Él.
Pero ¿qué atenta o contra quién trama asechanzas este astuto? Nada menos que contra Aquel a quien no lo engañará el enemigo ni los malvados lo humillarán.
Las vanas promesas no afectan al que ve el interior del hombre. Ni le intimidan las ruines blasfemias, al que es la mansedumbre por excelencia.
Lo que pretende esta diabólica sugerencia no es que aquéllos lleguen a creer, sino que desaparezca por completo nuestra fe pobre y vacilante.
Porque si se nos dice que las obras de Dios son perfectas, ¿cómo íbamos a creer en Dios, al ver que dejaba incompleta nuestra salvación?
Escuchemos, en cambio, qué responde Cristo, usando las palabras del Profeta. Judío,
¿Quieres una señal?
Pues espérame el día de mi resurrección.
Si quieres creer ya tienes pruebas mucho mayores que ésta.
He realizado prodigios, he curado a los enfermos ayer y anteayer. Hoy debo morir. ¿No es mucho más asombroso hacer salir de los posesos a los espíritus inmundos, como tú mismo lo has visto, o que los paralíticos corran con sus camillas al hombro, que quitarme estos clavos que tú has puesto en mis pies y manos? Ha llegado el momento de sufrir, no de hacer.
Y así como no habéis podido adelantar la hora de la pasión, tampoco podréis impedirla.
Mas si esta gente idólatra y perversa sigue pidiendo señales, no se les dará otra que la del profeta Jonás, no del Jonás que desciende, sino del que resurge.
Si el judío no acepta, recíbala lleno de gozo el cristiano.
Sí, ha vencido el león de Judá.
A la voz del Padre despertó el cachorro. Rasgó las entrañas del sepulcro, el que no quiso bajar de la cruz.
Nuestros enemigos juzgarán si esto es lo más extraordinario: ellos que habían sellado la losa, y asegurado con guardias la vigilancia del sepulcro.
Esa gran losa que tanto preocupaba a las piadosas mujeres, al resucitar el Señor la corrió un ángel y se sentó encima.
De este modo el cuerpo salió lleno de vida de un sepulcro bien cerrado, como había nacido del seno intacto de una Virgen, y se presentó donde estaban reunidos los discípulos con las puertas atrancadas.
En cambio, hay un lugar de donde no quiso salir con las puertas cerradas: la cárcel del infierno.
Rompió los cerrojos de hierro y arrancó las aldabas, para sacar tranquilamente a los suyos, a los que había rescatado del enemigo.
Y con las puertas de par en par salieron los radiantes escuadrones que lavaron y blanquearon sus vestiduras con la sangre del Cordero.
Sí, las blanquearon con la sangre, porque juntamente con ella, como atestigua el que lo vio, también brotó agua que emblanquece.
También podemos decir que las blanquearon en la sangre, en esa sangre y leche a la vez del Cordero blanco y sonrosado del Cantar: Mi amado es blanco y sonrosado, descuella entre diez mil.
Por eso el testigo de la resurrección tiene aspecto de relámpago y viste todo de blanco.
Para rechazar las falacias de los judíos le bastó salir de una tumba cerrada.
Ese mismo a quien poco antes insultaban: si es rey de Israel, que baje de cruz.
Habían puesto más empeño en sellar y asegurar el sepulcro, que en sujetar los clavos.
Si el león de Judá ha vencido en todos estos acontecimientos, y ha hecho mucho más de lo que le pedían,
¿a qué podremos comparar el milagro de la resurrección?
Se nos dice que antes habían ocurrido otras resurrecciones, o retornos a la vida.
Eran preludio de ésta, la cual las aventaja por doble motivo.
Aquéllos resucitaban pero volverían a morir.
Cristo, en cambio, resucitado de la muerte no muere ya más, la muerte no tiene dominio sobre El.
Aquéllos al volver a morir necesitaban resucitar de nuevo.
En el caso de Cristo su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios, eternamente. Con razón decimos que Cristo es la primicia de los resucitados: resucitó de tal modo que no vuelve a morir es inmortal.
Existe otro motivo que hace especialmente gloriosa su resurrección.
¿Hubo jamás alguien que se resucitara a sí mismo? Es inefable que un muerto se despierte a sí mismo.
Es algo único, y nadie más lo puede hacer.
El profeta Eliseo resucitó a un difunto, pero era otra persona distinta de él mismo. Y hace ya muchos siglos que yace en elsepulcro, esperando que le resucite otro, porque él no puede hacerlo por sí mismo.
Ese otro es el que triunfó de la muerte en sí mismo. Por eso decimosque algunos han sido resucitados, y que Cristo ha resucitado: es el único que salió triunfante del sepulcro por su propio poder.
Así, ha vencido el león de Judá.
¿Cuál no será su poder, o qué no podrá hacer ahora el que está vivo y dice a su Padre: he resucitado y estoy contigo.
No quiso demorar más de tres días la resurrección para confirmar el oráculo del Profeta: en dos días nos hará revivir, y al tercer día nos resucitará.
Conviene además que donde está la cabeza le acompañen los miembros.
Era el día sexto de la semana cuando redimió al hombre muriendo en la cruz, el mismo día sexto en que lo había creado.
Al día siguiente descansó en el sepulcro, con toda su obra terminada.
Y al tercero, que ahora es el primero, apareció el hombre nuevo, vencedor de la muerte y primicia de los que duermen.
Nosotros, pues, que seguimos a nuestra cabeza, vivamos entregados a la penitencia en ese día en que fuimos creados y redimidos.
Carguemos con la cruz y perseveremos en ella como El perseveró, hasta que el Espíritu nos mande descansar de nuestros trabajos.
No prestemos oído a nadie que nos invite a bajar de la cruz, aunque sea de nuestra propia carne y sangre, o un espíritu. Perseveremos en la cruz y muramos en ella.
Que nos descuelguen las manos de otros, no nuestra inconstancia.
A nuestra cabeza lo descolgaron unos santos varones. Que envíe El ahora a sus ángeles y nos bajen a nosotros.
Mientras tanto vivamos con valentía el día de la cruz, descansemos en paz otro día en el sepulcro, aguardando la dicha que esperamos, la venida de nuestro Dios, que nos resucitará a los tres días,
transformando nuestro ser con su resplandor. Porque los difuntos de cuatro días, como Lázaro, huelen mal; recordemos la Escritura: Señor, ya huele mal, lleva cuatro días.
Los hijos de Adán han añadido un cuarto día, que no procede del Señor.
Por eso se corrompen cometiendo execraciones, y se revuelcan en sus heces como los animales.
El plan divino es de tres días: dolor, descanso y gloria.
Los humanos aceptan esto, pero anteponen su día; y de ese modo retrasan la penitencia para entregarse al placer. Ese día no lo ha hecho el Señor. Tienen ya cuatro días y huelen mal.
El Santo que nació de María no hizo tal cosa: resucitó al tercer día y no conoció la corrupción.
Por eso ha vencido el león de Judá.
Murió como un cordero y venció como un león.
Ruge el león, ¿quién no temerá? El león, el más valiente de los animales, el que no retrocede ante nadie.
El león de Judá. Tiemblen quienes lo rechazaron diciendo: no tenemos más rey que al César.
Teman quienes decían: no queremos a éste por rey. Ha vuelto con el título real y hará morir de mala muerte a estos malvados.
Y sabemos que ha vuelto con el titulo real porque nos dice:
“Se me ha dado plena autoridad en el cielo y en la tierra”.
Y su Padre añade en el salmo: “Pídemelo, te daré en herencia las naciones; en posesión los confines de la tierra; los gobernarás con cetro de hierro, los quebrarás como jarro de loza”.
El león es fuerte, no cruel; su indignación es terrible.
La ira de la paloma es insoportable.
Pero este León rugirá en favor de los suyos, no en contra de ellos. Teman los extraños y salte de gozo Judá.
Regocíjense quienes le alaban y proclamen:
Dios mío, ¿quién como tú? Tú eres el león de Judá y la raíz de David. David significa envidiable o de mano fuerte.
El mismo dice: “No se te ocultan mis deseo”. Y en otro lugar: “Por ti conservo mi fuerza”. Ha dicho Raíz de David. No es David raíz de ÉL, sino ÉL la raíz de David.
Porque ÉL es quien lo sostiene y no al revés.
Tienes razón, David, en llamar señor tuyo a tu hijo, porque no eres tú quien sostiene a la raíz, sino que es la raíz la que te sostiene a ti. El es la raíz de tu fuerza y de tu deseo, una raíz envidiable y vigorosa.
Ha vencido el león de Judá, la raíz de David. ÉL abrirá el rollo y sus siete sellos.
Son palabras del Apocalipsis.
Apréndanlo quienes lo ignoran, y recuérdenlo quienes lo sabían.
Escuchemos nuevamente a Juan:
“En la diestra del que está sentado en el trono vi un rollo sellado con siete sellos, y nadie podía abrirlo ni examinarlo”.
Y continúa: “Lloraba yo mucho porque no había nadie que fuera capaz de abrir el rollo. Entonces uno de los ancianos me dijo:
No llores, ha vencido el león de la tribu de Judá”, etc.
Entonces vi entre el trono un Cordero: estaba de pie, aunque parecía degollado. Se acercó y recibió el rollo de la diestra del que está sentado en el trono; lo abrió y hubo gozo y alegría, con acción de gracias.
Juan oyó al león, y vio el Cordero.
Y los ancianos aclaman: El Cordero que está degollado merece todo poderío.
Sin perder la mansedumbre recibe la fortaleza.
Sigue siendo cordero y se convierteen león. Y me atrevo incluso a decir que él mismo es el libro que nadie podía abrir. ¿Hay alguien capaz de abrir este libro?
El mismo Juan Bautista, el más grande nacido de mujer, se considera indigno.
No merezco ni desatarle la correa de las sandalias. Efectivamente, la majestad vino a nosotros con unas sandalias, la divinidad se hizo carne. Teníamos la Sabiduría de Dios, pero en un rollo cerrado y sellado.
Allí lo atan las correas de las sandalias, aquí lo ocultan los sellos del rollo.
¿Y cuáles son esos siete sellos?
¿No podíamos pensar en las tres facultades del alma: inteligencia, memoria y voluntad, y en los cuatro elementos del cuerpo?
De este modo el Salvador participa realmente de nuestra naturaleza humana. ¿O tal vez el libro es su naturaleza humana, y debemos buscar los siete sellos?
Yo pienso en siete cosas que ocultaban por completo la presencia de la divinidad en su carne, y hacían imposible abrir el rollo y conocer la sabiduría allí encerrada.
Y se me ocurre que son éstas: el matrimonio de la Madre, por el cual queda oculto el parto virginal y la concepción inmaculada, hasta el punto de que el creador del hombre pasara como hijo de un carpintero.
La debilidad natural, que ora y suspira, mama y duerme, y acepta todas las demás necesidades, para encubrir de ese modo la fuerza de la divinidad.
El hecho de someterse al rito de la circuncisión, como remedio del pecado y medicina contra la enfermedad; siendo así que El venía a suprimir toda dolencia y pecado.
Huye también a Egipto por temor a Herodes, para que no fuera reconocido como Hijo de Dios y rey del cielo.
¿Y qué nos dicen las tentaciones en el desierto, en el alero del Templo y en el monte?
Si eres Hijo de Dios, le dice, di que las piedras se conviertanen panes. O: tírate abajo.
Pero Cristo no hace nada de eso, porque quiere dejar bien sellado el sello, y engañar al astuto.
Y tanto se engañó que lo toma por un simple hombre bueno; de aquí que, llevado de su soberbia, ya no le dijo si eres Hijo de Dios, sino te daré todo esto si te postras y me rindes homenaje.
El sexto sello es la Cruz, donde el rey de la majestad estuvo colgado entre dos malhechores y lo tuvieron por un criminal.
El sepulcro también selló este rollo, y ningún otro sello ató y ocultó tanto este asombroso misterio de amor.
Con el Señor en el sepulcro únicamente había lugar para desesperarse. Por eso los discípulos decían: “Nosotros esperábamos”…….. ¿Quién no iba a llorar entonces al ver el rollo tan fuertemente cerrado y nadie capaz de abrirlo?
Pero no llores, Juan; ni tú, María.
Olvidad el llanto y la tristeza. Alegraos justos con el Señor; aclamadlo, los hombres sinceros.
Lo merece el Cordero degollado, el León resucitado.
El es el Libro que se abrirá a sí mismo. Y lo hará resucitándose a sí mismo de los muertos, resucitando por su propio poder, y siendo testigos de ello, a los tres días, sus propios enemigos.
Una resurrección tan sublime y gloriosa manifiesta con evidencia que los sellos y velos eran voluntarios, no necesarios; que no procedían de su naturaleza, sino de su benevolencia.
¿Por qué sellabas, ¡oh judío!, hace unos días el sepulcro? “Porque aquel seductor, estando en vida, anunció:
A los tres días resucitaré”.
Cierto, era un seductor, pero bueno, no malvado. Lo dice el Profeta por vosotros:
“Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste”…… Judíos: os sedujo en la pasión; y en la resurrección os forzó y os derrotó el león victorioso de Judá.
Si lo hubieran descubierto no habrían crucificado al Señor glorioso.
¿Qué piensas hacer ahora? Lo anunció, y ha resucitado.
Examina atentamente los sellos del sepulcro: está de par en par. Tienes ante tus ojos el signo de Jonás, que El mismo te dio.
Jonás salió del vientre del monstruo.
Cristo surge de las entrañas de la tierra.
Y convence mucho más que Jonás, porque se arrancó él mismo de las garras de la muerte.
Los habitantes de Nínive se alzarán para carearse contra vosotros, y os condenarán: porque ellos escucharon al profeta, y vosotros habéis rechazado al Señor de los profetas.
¿No decíais: que baje de la cruz y creeremos en El?
Intentabais romper el sello de la cruz y prometíais creer en él. Ya lo tenéis abierto, no roto: entrad.
Si no creéis en el que ha resucitado, menos aún si hubiera bajado de la cruz. Si la cruz de Cristo os escandaliza -porque el mensaje de la cruz es un escándalo para los judíos- animaos al menos con el prodigio de la resurrección.
Para nosotros la cruz es un orgullo. Para los que hemos recibido la salvación es un portento de Dios, y la plenitud de todas las virtudes. Compartid, al menos, la resurrección.
Pero resulta que aquí reside vuestro mayor escándalo, y lo que para nosotros es un olor que da vida y sólo vida, para vosotros es un olor que da muerte y sólo muerte. Inútil continuar.
El hermano mayor no soporta la música y el baile, y se indigna por el ternero cebado matado en nuestro honor. Está a la puerta y se niega a entrar.
Entremos nosotros, hermanos, y celebremos la fiesta, con los panes sin levadura, que son el candor y la autenticidad, porque Cristo, nuestro Cordero pascual, ya fue inmolado.
Y practiquemos las virtudes que nos predica desde la cruz:
la humildad y paciencia, la obediencia y el amor.
Consideremos, además, con atención, el mensaje de esta solemne festividad.
Resurrección significa paso, transición.
Cristo hoy no vuelve, sino que resucita;
no retorna, sino que cambia de vida;
ya no habita aquí, sino en otra patria.
La misma Pascua que celebramos no significa retorno, sino paso.
Y el nombre de Galilea, donde veremos al resucitado, quiere decir cambiar de país, y no permanecer en el mismo.
Ya veo que algunos se adelantan a mi discurso, e intuyen mis intenciones.
Lo diré en dos palabras, pues no quiero hacerme pesado y quitaros la devoción que os inspira esta solemnidad.
Si después de morir en la cruz, Cristo no hubiera resucitado y siguiera sometido nuevamente a nuestra existencia mortal y a las miserias de este mundo, para mí no habría cambiado de vida, sino retornado; no habría pasado a otra más perfecta, sino a la misma de antes.
Pero si pasó realmente a una vida nueva nos invita también a nosotros a cambiar, nos espera en Galilea.
Su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre, porque su vivir no es un vivir para la carne, sino para Dios.
¿Qué diremos a todo esto nosotros, que vaciamos del sentido de Pascua la sagrada Resurrección del Señor, porque no hacemos de ella un paso, sino un retorno?
Estos días hemos llorado, y nos hemos entregado a la oración y a la compunción, a la sobriedad y abstinencia, para quedar libres y absueltos en este santo tiempo de cuaresma de las negligencias de todo el año.
Hemos compartido los sufrimientos de Cristo, y nos hemos vinculado de nuevo a El por el bautismo de las lágrimas, de la penitencia y de la confesión.
Si hemos muerto al pecado,
¿cómo vamos a vivir todavía sujetos a El?
Si hemos sentido dolor de nuestros defectos, ¿vamos a reincidir en ellos? ¿Seremos tan curiosos como antes? ¿Tan charlatanes, perezosos y negligentes? ¿Tan vanidosos, sospechosos, detractores e iracundos? ¿Tornaremos a los mismos vicios que tan sinceramente hemos llorado estos días?
Ya me quité la túnica, ¿cómo voy a ponérmela de nuevo? Ya me lavé los pies, ¿cómo voy a mancharlos otra vez?
Hermanos, eso no es cambiar de vida. Así no veremos a Cristo, ni es ése el camino que nos lleva a la salvación de Dios.
Porque como sabemos todos, quien sigue mirando atrás no vale para el Reino de Dios.
Los amantes del mundo y enemigos de la Cruz de Cristo llevan en balde el nombre de cristianos: suspiran toda la cuaresma por el día de Pascua, para entregarse desenfrenados al placer.
De este modo una triste realidad anula el gozo pascual.
Nos duele la injuria que se hacea esta solemnidad, porque se hace precisamente en ella.
¡Qué pena! La resurrección del Salvador se ha convertido en el tiempo propicio de pecar, en la cita para volver a caer.
Vuelven las comilonas y borracheras, la obscenidad y el libertinaje; y se da vía libre a la concupiscencia.
Como si Cristo hubiera resucitado para esto, y no para rehabilitarnos.
¿Así honráis, miserables, al Cristo que aceptasteis? Antes de llegar le preparasteis hospedaje, confesando con lágrimas los pecados, mortificando el cuerpo y dando limosnas. Y ahora que ya lo tenéis con vosotros entregáis a los enemigos, y le obligáis a que se marche, porque tornáis a vuestros antiguos desenfrenos.
¿Pueden mezclarse la luz y las tinieblas?
¿Tiene algo que ver Cristo con la soberbia, la avaricia, la ambición, el odio entre hermanos, la lujuria o la fornicación?
¿Merece menos el que está presente que quien va a venir?
¿Pide menos santidad vivir el espíritu de Pascua que el de Pasión?
A vosotros os importa lo mismo una cosa que otra. Porque si hubierais compartido sus sufrimientos, compartiríais ahora su gloria; y si hubierais muerto con El, estaríais también resucitados.
Esta lamentable situación que impide la renovación espiritual, se debe a las costumbres seculares, a la desidia.
Como dice el Apóstol, ésta es la razón de que haya entre vosotros muchos enfermos y achacosos y de que hayan muerto tantos.
Esta es la causa de tantas muertes como suceden por todas partes en nuestros días.
Ya veis, transgresores, cómo os domina la ansiedad, no por ser transgresores, sino por aferraros a vuestro pecado y amontonar delitos.
No os arrepentís, o lo hacéis con indolencia; ni evitáis los peligros de pecar, a pesar de que los conocéis por experiencia.
Como dice la Escritura: el enemigo os ha agarrotado los nervios secretos de los testículos.
Mientras os comportéis así con los misterios de Cristo, no sois de Cristo, ni tendréis vida. Escuchad: “Si no coméis la carne y no bebéis la sangre del Hijo del hombre, no tendréis vida en vosotros”.
Si lo recibís indignamente, os tragáis vuestra condenación, porque no discernís el don sagrado del Señor. Rebeldes, entrad dentro de vosotros, y buscad al Señor con todo vuestro ser. Odiad el mal y arrepentíos, no sólo de palabra y con la lengua, sino con espíritu y verdad.
Pero a estos hombres no les pesa haber caído: siguen en el resbaladero; ni creen estar equivocados: no se dejan guiar por nadie.
Ojalá dieran muestras de auténtica compunción, huyendo de las ocasiones y alejándose del peligro.
En caso contrario temed la condena de ese día que está establecido para que muchos caigan o se levanten. Si vivís totalmente ajenos a Cristo y desligados de él, si sois camaradas de Judas, en quien entró Satanás al comer el trozo de pan, estad ciertos que os condenará.
Pero nosotros no somos quién para juzgar a los de fuera. Lo hacemos únicamente porque también nosotros estuvimos en aquel fango, del cual fuimos arrancados por pura misericordia, y nos duele ver a estos hermanos nuestros todavía sumergidos en él. Dios quiera que nosotros estemos ya totalmente santificados y libres de esa miserable y sacrílega costumbre.
Y que nuestra vida espiritual no decaiga ni se debilite al llegar el tiempo de la resurrección, sino que nos esforcemos en mejorar y superarnos.
El que después de los rigores de la penitencia no vuelve a los consuelos humanos, sino que vive confiado en la misericordia divina y respira el fervor y gozo del Espíritu Santo; el que ya no se angustia con el recuerdo de los pecados pasados, sino que se deleita y se inflama con el recuerdo y deseo de los premios eternos, ése es el que resucita con Cristo, el que celebra la Pascua, el que corre a Galilea.
Vosotros, hermanos, si habéis resucitado con Cristo, buscad lo de arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; estad centrados arriba, no en la tierra, para que así como Cristo fuere resucitado de la muerte por el poder del Padre, así también vosotros empecéis una vida nueva.
Cambiad las alegrías y consuelos humanos por la compunción y tristeza que Dios quiere, para gozar de la devoción santa y espiritual.
Nos la concederá aquel que pasó de este mundo al Padre, y nos llama a Galilea para manifestarse a nosotros.
El es Dios por los siglos.Amen.
» San Bernardo en su homilía de la Resurrección. ABYB Abril 5, 2015.»
«Un Caballero de Cristo es un cruzado en todo momento, al hallarse entregado a una doble pelea: frente a las tentaciones de la carne y la sangre, a la vez que frente a las fuerzas espirituales del cielo. Avanza sin temor, no descuidando lo que pueda suceder a su derecha o a su izquierda, con el pecho cubierto por la cota de malla y el alma bien equipada con la fe. Al contar con estas dos protecciones, no teme a hombres ni a demonio alguno.» BENDICIONES.