Llamado urgente a la Asamblea General de la ONU – por Helga Zepp-LaRouche

Llamado urgente a la Asamblea General de la ONU –

por Helga Zepp-LaRouche

 

por Helga Zepp-LaRouche, Presidenta del Instituto Schiller

25 de septiembre de 2013

Todos sabemos que el actual orden económico mundial solo permite que un muy reducido porcentaje de la población lleve una vida de lujo, que solo un mínimo porcentaje puede vivir con decencia, que muchos languidecen en una pobreza inhumana, mientras que se generaliza lo que el Papa Francisco llamó la «eutanasia escondida».

Solo unas cuantas personas saben que, hace apenas unas semanas, la humanidad se salvó por un pelo del peligro de la extinción por una guerra termonuclear, pues esa hubiera sido la consecuencia que hubiera seguido a un ataque militar en contra de Siria.

Ambas amenazas, que amenazan la existencia misma de la especie humana, son básicamente el resultado del sistema económico de la globalización, en la cual «decisiones anónimas», firmadas por funcionarios de alto nivel, sacrifican la dignidad única del ser humano y su vida a Mamon, el dios de la codicia.

La iniciativa diplomática sobre Siria hacer surgir la esperanza de que una vez más hemos evitado el peligro de una guerra regional y posiblemente mundial. Pero así como es tan urgente evitar la guerra, sin embargo no es suficiente. Si nosotros, como especie, vamos a tener un futuro, necesitamos una verdadera perspectiva por la paz, un paradigma completamente nuevo, que deje atrás de una vez por todas y para siempre la geometría de resolver las crisis por medio de la guerra, y reemplazar esto con la definición de las metas comunes de la humanidad.

¿No es acaso del interés de todos en este planeta que logremos la seguridad energética y la seguridad de materias primas tan rápido como nos sea posible, y al hacerlo superar así una de las causas esenciales de la hambruna y del peligro de guerra? Por lo tanto ¿no es acaso del interés de los pueblos y de todas las naciones echar a andar el mejor programa de emergencia posible para el uso de la fusión termonuclear, algo parecido a lo que fue el Proyecto Manhattan para desarrollar la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial, pero en esta oportunidad con propósitos pacíficos y por el bienestar de toda la humanidad?

Así mismo, es el momento oportuno para colocar de nuevo en el orden del día la legítima demanda del Movimiento de los No Alineados por un Orden Económico Mundial Justo. Un nuevo orden como ese podría comenzar con la propuesta que hizo el Presidente chino Xi Jinping en la conferencia de la OCS, para construir la Nueva Ruta de la Seda, como la base de una cooperación pacífica entre todas las naciones que están a lo largo de esta ruta. Esta propuesta está completamente en la dirección de la propuesta que hizo en 1991 el Instituto Schiller por un Puente Terrestre Euroasiático, como respuesta a la desintegración de la Unión Soviética. Mientras tanto, este concepto fue ampliado a un Puente Terrestre internacional para unir a los pueblos, el cual ha ganado muchos amigos y gente que lo respalda por todo el mundo. Un programa de infraestructura y desarrollo mundial como este nos llevaría hasta la siguiente plataforma superior en la que el hambre y el subdesarrollo podrían eliminarse para siempre.

Si las naciones congregadas en la Asamblea General de la ONU deciden sustituir el sistema profundamente inmoral e injusto de la globalización por un orden que permita una alianza de repúblicas soberanas —en la tradición de John Quincy Adams— para trabajar juntos por los intereses comunes de las humanidad, nuestra civilización puede entrar, conscientemente, en la siguiente fase de la evolución.

¿Por qué no podría ser eso posible? Somos las únicas creaturas que, gracias a la creatividad humana, pueden conscientemente mejorar las bases de nuestra existencia por medio de innovaciones científicas y tecnológicas, y de esa manera elevar tanto nuestro nivel de vida como la esperanza de vida. Así mismo, somos la única especie que puede determinar con precisión científica hacia donde tenemos que dar el siguiente paso de investigación en el orden físico de la creación, para asegurar la existencia continua de nuestra especie en el universo.

La Tierra no es un sistema cerrado, entrópico, con recursos finitos. Nuestro sistema solar y nuestra galaxia son solo una mínima parte del universo, que se desarrolla antientropicamente. Lo que es maravilloso de nuestro orden de la creación es que existe una concordancia verificable entre las leyes del macrocosmos —el universo— y del microcosmos — nuestra razón creativa— que se expresa en el poder físico de nuestras ideas inmateriales.

Lo que necesitamos hoy más que cualquier otra cosa es procurar amor por toda la humanidad, una visión audaz para el futuro que mire a nuestro planeta desde la perspectiva de los astronautas y los cosmonautas que no ven fronteras, sino una sola humanidad, al mismo tiempo que ven las estrellas.

Federico Schiller dijo eso en su poema, y Ludwig van Beethoven en su 9na Sinfonía le puso música a esas palabras:

«Todos los hombres se vuelven hermanos,

¡Que ese beso alcance al mundo entero!

¡Hermanos!, sobre la bóveda estrellada

Debe residir un padre amoroso».

 

Nuestra humanidad atormentada necesita líderes valientes, comprometidos con la misión de dirigir al mundo lejos de las peligrosas zonas de destrucción, ¡y hacia un futuro mejor que está al alcance!