CARTAS DESDE PRISIÓN 32
La maquinaria mediática está tan bien engrasada, que cada día resulta más difícil diferenciar la realidad de la ficción.
El poder cuenta con que el gran público sólo se informa a través de sus mass media y que, ante cualquier duda sobre un acontecimiento concreto, la respuesta siempre será: “Claro que es verdad, lo he visto en la tele.”
Pero en realidad, acontecimientos como el 11-S o el Holocausto, como otros muchos acontecimientos de índole internacional, sólo son escenificación realista y producción mediática con muy poquito de verdad, nada más. Los medios de comunicación nos hablan de los sueldos gigantescos de ciertos ejecutivos de las grandes entidades bancarias, de la deuda griega, (1) de la teórica ineficacia productiva de los “PIIGS”, de un euro en peligro, de la crisis inmobiliaria, del precio del petróleo, de la escasez y encarecimiento de alimentos, del debilitamiento del dólar, e incluso de un delincuente judío, Bernard Madoff, y una entidad homónima como Lehman Brothers —en su mayoría efectos y no causas—, como ligados a la crisis en que nos encontramos. Sin embargo hablar de esto ahora forma parte del arte de escurrir el bulto. No es más que la cortina de humo que debe evitar que se llegue a descubrir el auténtico origen del problema.
Las personas que a golpe de calcetín aún tienen la posibilidad de ir a trabajar cada día —y aún peor para quienes forman parte de ese creciente ejército de parados del 20%—, ven concretarse la crisis en reducciones de sueldo, recortes de prestaciones sociales, menores beneficios, crecientes deudas, hipotecas impagables, pérdida de sus casas y creciente insatisfacción de los más perjudicados.
Pero en ninguno de los artículos, informes o noticias que aparecen al respecto en los mass media se llega al meollo de la cuestión: la creación en manos privadas del dinero-deuda, la servidumbre al interés del dinero y la abdicación de los Estados de emitir moneda, ahora casi exclusivamente en manos privadas. (2)
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